Por: Dra. Laura Hernández Román
Resumen:
El objetivo de la primera parte de este artículo es realizar un estudio sobre el conflicto, sus antecedentes, la noción del conflicto, definiéndolo. Y se procederá a analizar el conflicto. Busca estudiar las cuatro corrientes o enfoques sobre el conflicto; así como los elementos del conflicto, tanto los propios del proceso seguido por el conflicto, como los elementos del problema que subyace a él. Igualmente se abordará las fuentes del conflicto; y los tipos de conflictos, abundando sobre los conflictos intrapersonales y los interpersonales. Abordaremos la cultura del litigio, incluyendo la guerra y la violencia. También tocaremos lo relativo a la cultura de paz. Y finalmente, plantearemos los paradigmas en la resolución de los conflictos.
I. EL CONFLICTO.
“Todo conflicto humano es, en cierto sentido, como todos los otros,
como algunos otros, y como ningún otro. Los conflictos son
universalmente similares, culturalmente distintivos e individualmente
únicos ¡simultáneamente, invariablemente y fascinantemente!
(Augsburger, 1992)”.
1.1 Antecedentes:
Desde que existe la humanidad parece que el conflicto ha estado presente. La biblia nos habla de ello al señalar el conflicto que se suscitó entre Dios y la primera pareja humana , cuando Eva desobedece el mandato divino, come de la manzana y provoca la ira de Adán. Este último, por su parte percibe que es tentado por su compañera y no desea comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Sin embargo, Eva deseaba que Adán comiera el fruto que estaba prohibido. Definitivamente, sus intereses eran opuestos, lo cual pudo generar cierto nivel de desavenencia. Esta situación conflictiva implicó cuatro elementos que siempre están presentes en un conflicto: a) Más de un participante; b) Un proceso de comunicación, sea verbal, escrito y sobre todo corporal; c) Intereses opuestos; d) Sentir o percibir la oposición; e) Un objeto materia de la discordia.
En este caso la solución natural que utilizaron las partes fue la pacífica o amigable, que se logró gracias a que Adán fue convencido de que al comer el fruto prohibido estaba satisfaciendo su más caro anhelo: su inmortalidad. Esta comunidad de intereses entre Adán y Eva fue lo que permitió encontrar una vía pacífica o amigable de solución: que Adán comiera la fruta prohibida. Aunque luego esto les trajera consecuencias con Dios.
Parecería que todos los conflictos al principio de la humanidad se resolvían de manera pacífica, pero cuando los hombres se organizan en familias y posteriormente en clanes, como una necesidad de supervivencia demarcan sus territorios, en donde sólo ellos podían cazar, pescar y recolectar. Cualquier intruso pagaba con su vida el intento de invasión y posesión. Así la forma general de resolver un conflicto era la forma violenta, cuyo objeto de discordia era una zona territorial anhelada en épocas de escasez. Esta circunstancia hacía que los enfrentamientos fueran principalmente entre clanes, los cuales medían su poder en base al número, a la fortaleza de sus miembros y a los elementos de defensa que poseían, triunfando el más fuerte.
Los seres humanos se organizaron en sociedades en gran medida por garantizar el acceso a los recursos alimentarios y la defensa frente a los depredadores. De esta forma se entendió el proceso de socialización como una alternativa para la satisfacción de las necesidades individuales y grupales. En esa vida grupal donde se da una interacción recíproca, el conflicto es una constante. Nadie es un ente aislado, como lo señaló Aristóteles: “Quien es capaz de vivir en sociedad y no tiene necesidad de ella, porque se basta a sí mismo, tiene que ser un animal o un dios». Justamente, la heterogeneidad y la diversidad en las personas es parte de la vida en comunidad o sociedad. Y precisamente estas diferencias traen como consecuencias, sino son manejadas adecuadamente, conflictos. Por lo que el conflicto está presente en la interacción diaria.
Una parte de los esfuerzos humanos están encaminados a la producción y satisfacción de las necesidades de todo tipo que la vida exige. La otra parte de los esfuerzos humanos se orientan a la solución de problemas, de conflictos de relación y convivencia y de la propia significación. Así mismo, la humanidad se ha dotado de instituciones como la religión, la política o la justicia para buscar solución, resolver conflictos y restaurar la normalidad cuando ésta se ha visto alterada de manera grave. En un principio, policía y ejércitos se concibieron para protegerse de los desmanes, de las agresiones y de las luchas que atentaran a la necesaria seguridad que la vida necesita para desarrollarse en plenitud.
Sin embargo, la falta de entendimiento sobre lo que acontece cuando nuestras relaciones se ven afectadas por conflictos de una cierta gravedad ha conducido hacia la utilización incorrecta y errónea de los recursos con que pudiéramos habernos dotado. De esta manera, con demasiada frecuencia y persistencia las religiones, la política, la misma justicia y por supuesto, los sistemas de seguridad y defensa han acabado transformándose en sistemas de generación y desarrollo de los conflictos a través de la alienación, la represión, la confusión y la violencia de todo tipo.
Ahora bien, las formas en que se manifiestan y se gestionan o resuelven los conflictos a lo largo del tiempo y en todos los lugares del mundo son muy diversas. De hecho, la forma de enfrentar los conflictos se transmite de generación en generación, creándose dentro de cada cultura y cada sociedad las experiencias exitosas de abordaje. De lo anterior debemos concluir que dentro de una sociedad hemos de aprender a convivir con los conflictos, aprendiendo a regularlos de manera que no nos afecte, ni tampoco afecte a los demás. Tal como señalaba José Ortega y Gasset: “Ni un individuo ni un pueblo pueden vivir sin problemas; al contrario, todo individuo, todo pueblo vive precisamente de sus problemas”. El conflicto ocurre cuando dos o más valores, perspectivas u opiniones son contradictorias por naturaleza o no pueden ser reconciliadas.
En la cultura oriental, la visión china del conflicto es la aversión cultural a la confrontación directa. Por lo que una persona bondadosa será aquella que tenga capacidad para evitar el conflicto y no herir los sentimientos de los demás. Igualmente, los coreanos entienden que el conflicto no es sólo un problema de comunicación, sino de respeto. Por el contrario, para la cultura occidental resulta más adecuado expresar el conflicto y tratar de resolverlo. Regularmente se le da una connotación negativa al conflicto.
En el plano político y social, la humanidad ha tenido interminables luchas entre países desde hace muchos siglos, así como en lo que concierne a defensa de dogmas religiosos lo cual ha llevado a la tumba a millones de seres humanos. Ej: 1ra y 2da. Guerra mundial; lucha contra los judíos, los problemas entre Iraq e Irán, las luchas entre Palestina e Israel, etc. Y desde el punto de vista personal nos enfrentamos a conflictos desde que tenemos uso de memoria. El conflicto como proceso cambiante nace, crece, se desarrolla y puede a veces transformarse, desaparecer o disolverse y otras veces permanecer estacionario. El primer conflicto que nos tocará vivir será con nosotros mismos. Conflictos con nuestros padres y hermanos, con familiares y parientes. También con nuestros vecinos, con nuestros compañeros de trabajo, conflictos también con nuestros correligionarios, con nuestros propios socios y amigos. Conflictos entre grupos étnicos, entre clases y grupos sociales, entre ciudades, regiones y países. En algunas ocasiones los conflictos desarrollarán niveles más o menos importantes de violencia que llevarán a la agresión, la destrucción de bienes materiales e incluso, a la muerte de algunos. En otros casos, la violencia se desarrollará a través de formas más aparentemente «civilizadas». La violencia psicológica, la violencia ejercida a través del sistema judicial, de los medios de comunicación, de la actividad política… Cualquier cosa servirá para intentar reducir, limitar o destruir a nuestro enemigo, a nuestro adversario, competidor o simplemente, a quien creemos que nos amenaza de una manera u otra.
Existen culturas que valoran el conflicto y otras que lo consideran como algo perjudicial y lo denuncian. Los Sikns, que son una religión en Punjab, India y Pakistán, fundada por el Guru Nanak en 1469 son un caso extremo de la valoración positiva de la violencia. Para ellos la violencia es un ritual, un ideal ascético con el que conviven y que da sentido al martirio y la inmolación .
En contraposición, ponemos como ejemplo al pueblo Semani, en Malasia. Este es uno de los pueblos más pacífico del mundo. En este pueblo los castigos son casi inexistentes y tienen los más bajos indicen de crímenes. Estos creen en espíritus malignos y en otros protectores que les otorgan actitudes de prevención y de apoyo en determinadas situaciones. Para este pueblo los demás pueblos son observados con curiosidad y asimilados a la propia condición humana. Valoran la ayuda mutua y conceden una gran importancia al grupo. Por otra parte, los Waorani amazónicos del Ecuador son extremadamente violentos, incluso en las últimas seis generaciones el 60% de las causas de muerte ha sido el homicidio. Sus creencias se centran en sus propias capacidades y consideran el mundo a su disposición con la finalidad de conseguir sus propósitos, por lo que todos los demás que no son Waorani son sus enemigos. Su extrema confianza en su capacidad los lleva a despreciar la vida de los que no la defienden. Son individualistas e independientes. Las mujeres paren solas y los viejos son abandonados a su suerte y los hombres salen a cazar solos a la selva. Sin embargo, ambos pueblos tienen características organizacionales muy parecidas .
Pero en definitiva podemos afirmar que el conflicto existe desde que el mundo existe. Que es connatural al hombre y a los grupos que integran la sociedad. Nace con la vida en comunidad y tiene que ver con el desarrollo de la vida en sociedad. Tal como señala Edelman: “Cómo empiezan los conflictos? De la misma manera que comenzó el Universo: nadie lo sabe realmente” .
1.2 Noción del conflicto:
La palabra conflicto viene del latín confluere, que significa “confluir, encontrarse”. De nuestros encuentros, de nuestras relaciones con los otros, surge el conflicto. Según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española la palabra conflicto procede de la voz latina “conflictus” que significa lo más recio de un combate. Punto en que aparece incierto el resultado de una pelea. Antagonismo, pugna, oposición, combate. Angustia de ánimo, apuro, situación desgraciada y de difícil salida. Implica posiciones antagónicas y oposición de intereses.
Existen algunos mitos sobre el conflicto. El primero de ellos es que el conflicto es negativo y como negativo hay que evitarlo o enfrentarlo. Pero no necesariamente es negativo, sino que dependerá de la manera que lo enfrentamos. Como vemos tradicionalmente se le atribuye al conflicto un signo negativo, pero en realidad no es ni negativo ni positivo, sino simplemente es. El segundo de los mitos es que los conflictos se resuelven confrontando, por lo que debo vencer al adversario, pero no se trata de un deporte, la contienda no es productiva en otro tipo de relaciones, sobre todo cuando las partes se necesitan mutuamente. Y en tercer lugar, la solución del conflicto no es responsabilidad de las partes, esto se debe a que aceptar ser parte de la solución implica admitir que se es parte del problema.
Hoy día el conflicto se comienza a ver como una manifestación natural y universal. Incluso, en algunos casos, necesaria de las relaciones entre personas y entre grupos sociales, entre organismos políticos o Estados. No sólo es destructivo, sino incluso ayuda a regular las relaciones sociales, viendo las diferencias y no percibiéndolas como amenazas, sino como el resultado natural de las relaciones y por tanto inherente a estas.
Es importante señalar que no existe una definición única y acabada del concepto “conflicto”. Sin embargo, si está claro el hecho de que existen ciertos rasgos característicos como son el hecho de que deba existir un antagonismo entre dos partes; debe existir una dicotomía entre la causa manifiesta del conflicto y la que subyace; y por supuesto que las partes deben percibir que existe un conflicto. Es decir, sentir que sus intereses están siendo afectados o que existe el peligro de que sean afectados. Así mismo, Stephe Robbins define conflicto “como todo tipo de oposición o de interacción antagónica. Se basa en la falta de poder, de recursos o de posición social y en sistemas de valores diferentes”.
Para Nora Femenia se presentan en los protagonistas del conflicto los siguientes factores:
• “Una falta de capacidad de pensar de modo positivo acerca del tema en disputa y acerca de los otros en la disputa.
• Buscar siempre culpables externos, antes de aceptar la responsabilidad propia en generar el conflicto.
• Tener visión distorsionada de tipo túnel, lo que lleva a considerar sólo opciones restringidas por prejuicios.
• Evaluar erróneamente las motivaciones atribuidas para la acción de los otros, siempre negativas” .
Entre las definiciones de conflicto esta nos parece muy adecuada: “Conflicto significa la percepción de una divergencia de intereses, o la creencia de las partes de que sus aspiraciones actuales no pueden satisfacerse simultánea o conjuntamente” . Se trata de un concepto subjetivo. El conflicto nace de un sentimiento personal. El individuo “percibe”, “cree” en la existencia de intereses adversos a los suyos. Es posible que se trate de una percepción errónea o real, pero en el nacimiento del conflicto en sí dependerá en gran medida de una postura personal. El conflicto es fundamentalmente un problema de percepción porque las partes involucradas deben percibir que entre ellas existe un conflicto; si nadie está consciente del conflicto entonces no existe. Pero en el momento que una parte percibe que la otra la ha afectado negativamente, o está a punto de afectarla, en ese momento se inicia el conflicto. Las diferentes percepciones de la realidad es una fuente de conflicto, pero existen otras que tienen múltiples raíces que son complejas y multifactoriales. Casi siempre existen necesidades básicas sin satisfacer, intereses incompatibles, miedo o temor a que el otro me gane y esto genera la rivalidad.
El conflicto es la interacción de personas con objetivos (necesidades, intereses y/o valores) incompatibles. Por lo que, se produce un conflicto cuando, al satisfacer las necesidades de una de las partes, se impide la satisfacción de la otra parte. Definitivamente, los conflictos son percepciones, reales o ficticias, de que nuestras aspiraciones, intereses y metas no pueden ser satisfechas en concordancia con las aspiraciones, los intereses y las metas de otro u otros.
Según Juan Carlos Torrego: “Conflicto son situaciones en las que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo, porque sus posiciones, intereses, necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos como incompatibles, donde juegan un papel muy importante las emociones y sentimientos, y donde la relación entre las partes en conflicto pueden salir robustecida o deteriorada en función de cómo se el proceso de resolución de conflicto” .
Los conflictos pueden ir desde un acto sutil de desacuerdo hasta la oposición violenta. Definitivamente, en muchos casos, si bien es cierto que puede no estar presente la violencia física, puede estar presente otro tipo de violencia como la psicológica. De hecho en nuestro mundo hay mucha violencia, no sólo expresada en las contiendas y guerras, sino en el abuso del poder y la explotación del hombre por el hombre.
Tenemos que entender el conflicto como un fenómeno universal, pues define en gran medida la vida, es connatural a la misma vida y a todas las manifestaciones de estas. De ahí que en todas las épocas, hombres y mujeres de diversos países, razas, clases sociales experimentaran y vivirán con situaciones de conflicto. El primer paso para tratar los conflictos es aceptarlos, porque constituyen parte del mundo real y por tanto son susceptibles de ser aceptados y reconocidos, pero no desde una aceptación resignada pasiva, sino desde su reconocimiento realista positivo. No sólo forman parte del mundo real, sino también del proceso de desarrollo de toda persona y de la sociedad misma.
Los conflictos pueden llegar a representar crecimiento y desarrollo si aprendemos a convivir positivamente con ellos, a gestionarlos y resolverlos. “El conflicto es un fenómeno complejo que brinda una oportunidad de aprendizaje” . Si por el contrario el conflicto nos domina y no acertamos a saber su significado y manejo adecuado, nos convertiremos en generadores de violencia y destrucción.
Es decir que el conflicto puede ser una oportunidad de tener una experiencia positiva. Hay que reconocer los aspectos positivos del conflicto, en vez de perpetuar los estereotipos negativos que suelen asignársele. Nos ayuda, en definitiva, a reconocer la diferencia existente entre las personas, así como a poner los límites del grupo.
El hecho de que las personas tengamos objetivos, intereses y necesidades distintos no es razón suficiente para que se generen conflictos. Que las personas seamos diferentes no implica que se deba homogeneizar las sociedades y evitar las diferencias en los modos de pensar: hay que preservar la pluralidad; no tenemos por qué pensar igual. Pensar que la paz llega cuando no hay diferencias es evocar un proceso de frustración constante, pues es evidente que existen diferencias entre las personas. Es posible una convivencia pacífica entre personas que no piensan igual. Hay diversidades por diferencias y las hay por desigualdades. Mientras que las diferencias se deben promover, las desigualdades hay que combatirlas.
Marta Burquet Arfelis, nos dice que el conflicto: “Viene del latín confluere, que significa confluir, encontrarse, por ello de nuestros encuentros de las relaciones con los otros, surge el conflicto. Las personas hacen siempre lo que creen que es mejor en función de la situación en que se encuentran, por ello, no hay personas conflictivas, sino personas que viven conflictos, si bien no podemos resolverlo todo siempre, no es preciso desacreditar al otro para acreditarnos nosotros mismos, por ello el conflicto es un reto para mejora de la sociedad” .
El desacuerdo no es sinónimo de enfrentamiento. El enfrentamiento viene cuando hay contradicción e incompatibilidad entre lo que pensamos unos y otros. Sin embargo, se deben generar estrategias para reconocer los conflictos reales, no los que son fruto de percepciones, fantasmas, supuestos, etc. que, a pesar de ser meras construcciones mentales, pueden llegar a constituirse en reales. Una de las génesis de los conflictos es aquella que tiene su fuente en el mundo imaginario y de cuyo convencimiento fluye la acción violenta para hacer frente a lo imaginario, con lo cual se inicia un conflicto real a partir de elementos irreales.
La aceptación de la realidad es la base para reconocer los conflictos en las sociedades. La construcción de la verdad es colectiva e histórica. Todos tenemos una parte de razón. La construcción del pensamiento se realiza mediante la capacidad dialógica. Así pues, a la razón se llega por consenso, por diálogo y por contraste de pareceres. Lo importante en definitiva es que se busque resolver los conflictos que generan las diferencias y no las diferencias que generan los conflictos.
En definitiva, un mundo sin conflictos sería tan inhabitable como uno donde sólo existieran conflictos. No es una enfermedad social a la que debemos temer, sino un elemento indispensable para que podamos evolucionar, un motor de cambio y una oportunidad de crecimiento personal. Además, puede fortalecer los vínculos de los grupos. De hecho las comunidades que eluden el conflicto pueden que no evolucionen con relación a los cambios que necesitan. 1.3 Análisis del Conflicto:
Al analizar el conflicto se recurre a la analogía del iceberg para diferenciar lo que constituyen las posiciones y los intereses. Los expertos en el estudio de tales fenómenos naturales aseguran que la porción visible sobre el nivel del agua es apenas un 7% de su tamaño real, mientras que debajo del agua subyace el 93% del iceberg. Las posiciones, (parte superficial del iceberg) por lo regular, reflejan lo que la parte en conflicto quiere, mientras que los intereses (parte no visible del iceberg) reflejan el por qué se quiere. Es decir, en los intereses podemos encontrar los temores, los sentimientos, esperanzas y deseos de las partes. De ahí que sea importante trabajar con los intereses y no con las posiciones.
1.4 Concepciones del conflicto:
Existen cuatro corrientes o enfoques sobre el conflicto: el tradicional, el de relaciones humanas, el interactivo y la teoría moderna:
1.4.1 Enfoque tradicional: Tuvo vigencia en las décadas de 1930 y 1940. Defendía la idea de que todo conflicto es malo, que es sinónimo de violencia, destrucción e irracionalidad, y que por tanto había que evitarlo, porque afectaba negativamente a las personas, grupos y organizaciones. Para resolverlo o prevenirlo plantea que sólo hay que atacar sus causas, que según este enfoque son la mala comunicación, la falta de franqueza y de confianza, entre otros. Este enfoque es el que la gran mayoría de nosotros tiene acerca del conflicto. No obstante, existen evidencias de que no siempre el conflicto es negativo.
1.4.2 Enfoque de relaciones humanas: Este enfoque estuvo vigente desde fines de la década de 1940 hasta mediados de la década de 1970. Sostiene que la presencia de los conflictos en las relaciones humanas es un proceso natural y que por tanto es inevitable y que debemos aceptarlo como tal. Sin embargo, plantea que no siempre es malo o negativo y que puede ser beneficioso para el desempeño de las personas y los grupos. Evidentemente este enfoque significó un avance en el manejo o gestión de conflictos.
1.4.3 Enfoque interactivo: El enfoque interactivo acepta el conflicto como algo natural, pero además sostiene que es conveniente fomentarlo. Sostiene que un grupo armonioso, pacífico y tranquilo tiende a ser estático, apático y a no responder a las necesidades del cambio y la innovación. Recomienda estimular el conflicto en un grado manejable que incentive la creatividad, la reflexión, la forma más eficiente de tomar decisiones, el trabajo en equipo, la disposición al cambio y el establecimiento de metas ambiciosas y alcanzables, contribuyendo a un sentido de logro.
1.4.4 Teoría moderna: Sostiene que los conflictos no son ni buenos ni malos en sí, sino que son sus efectos o consecuencias los que determinan que éste sea bueno o sea malo. “El conflicto tiene un lado destructivo y un lado constructivo: es potencialmente peligroso tanto en el presente como en el futuro a raíz de la violencia que involucra, pero es una oportunidad para crear algo nuevo” . De conformidad con la teoría moderna los conflictos pueden ser:
Conflictos funcionales: Son aquellos conflictos que se presentan y son de intensidad moderada, que mantienen y, sobre todo, mejoran el desempeño de las partes. Por ejemplo, si promueven la creatividad, la solución de problemas, la toma de decisiones, la adaptación al cambio, estimulan el trabajo en equipo, fomentan el replanteamiento de metas, etc.
Conflictos disfuncionales: Son los conflictos que ponen tensas las relaciones de las partes a tal nivel que pueden afectarlas severamente, limitando o impidiendo una relación armoniosa en el futuro. Generan stress, descontento, desconfianza, frustración, temores, deseos de agresión, etc., todo lo cual afecta el equilibrio emocional y físico de las personas, reduciendo su capacidad creativa, y en general, su productividad y eficacia personal. Si este tipo de conflictos afecta a un grupo le genera efectos nocivos que pueden llegar, incluso a su autodestrucción.
Concluyendo, los conflictos se distinguen entre sí, fundamentalmente, por sus efectos y consecuencias, los cuales determinan que un conflicto sea bueno o malo, funcional o disfuncional, positivo o negativo.
1.5 Elementos del conflicto:
Hay diferentes enfoques sobre los elementos del conflicto, pero vamos a utilizar el que propone Lederach . Este, diferencia los elementos del conflicto según estén vinculados a las personas implicadas, a los elementos propios del proceso seguido por el conflicto y del problema que subyace a él.
1.5.1 Elementos relativos a las personas: Existen 7 elementos que son: los protagonistas, el poder en el conflicto, las percepciones del problema, las emociones y los sentimientos, los intereses y necesidades y los valores y principios.
a) Protagonistas: Los protagonistas pueden ser: 1) Principales: es decir quienes están directamente implicados, y 2) Secundarios: quienes están indirectamente implicados, pero tienen interés o pueden influir en le resultado. Esta identificación de las partes en los conflictos nos lleva a una primera tipología de conflictos en interpersonales: con uno mismo, e intrapersonales: con los demás, a modo individual. Todos éstos pueden darse de modo intergrupal (entre los miembros de un mismo grupo o colectivo) o intragrupal (entre varios grupos o colectivos).
Así, se dan conflictos en muchos ámbitos de nuestras vidas, en relaciones familiares, laborales, escolares, entre vecinos, entre países, entre instituciones, interculturales, entre asociaciones, entre escuelas académicas, entre grupos profesionales, entre comerciantes y consumidores, entre formas de gobierno, formas de pensamiento, etc. y en la relación con nosotros mismos y con el entorno medioambiental.
b) El poder en el conflicto: Es la capacidad de influencia de los protagonistas principales y los secundarios en el conflicto. Es necesario saber las bases de influencia y poder que tienen cada uno sobre los demás. Si se trata de una relación de iguales o desiguales y en qué forma? Pueden existir coaliciones entre los grupos y entre quienes y por qué? También es importante saberlo. Hay que determinar si existe un abuso de poder.
Hacer respetar las normas mínimas de comunicación entre las partes reequilibra algo la balanza del poder, pues a menudo las personas con más poder no se han rebajado a escuchar los sentimientos y las necesidades de las partes más débiles. También el que estas necesidades afloren y se generen alternativas de solución compartidas reequilibra la balanza del poder.
c)Las percepciones del problema: Es nuestra forma de recibir o interpretar el conflicto, sus causas y sus explicaciones. Podemos percibir que el conflicto es lo peor que nos puede pasar o por el contrario no darle importancia. A veces en un conflicto hay una persona seriamente afectada, pero otra que no está consciente de que exista un conflicto.
d) Las emociones y los sentimientos: Es el estado del corazón: alegría, tristeza, rabia, temor, angustia, ilusión. Van a ser el elemento que tiña el problema. Podemos distinguir los sentimientos propios de la percepción. Así como los sentimientos del otro. ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo se han sentido los demás?
e) Las posiciones: Corresponde al estado inicial de las personas ante el conflicto. Es lo que en principio reclama cada parte, pues piensan que así se sentirán satisfechas. Son las respuestas que dan las personas al ¿Qué quieres? Suponen la cubierta de los intereses y a menudo, inhiben la comprensión del problema. Fisher y Ury afirman que discutir sobre posiciones no produce acuerdos inteligentes, resulta ineficaz y pone en peligro las relaciones personales. f) Intereses y necesidades: Los intereses son los beneficios que deseamos obtener a través del conflicto, normalmente aparece debajo de las posiciones que se adoptan en los conflictos. Por su parte, las necesidades humanas son las que consideramos fundamentales e imprescindibles para vivir. Incluyen tanto las necesidades materiales básicas: sueño, alimentación etc. como las inmaterial: libertad, posibilidad de expresarse y de sentirse escuchado; dignidad; amor; justicia, etc. La no satisfacción adecuada de las mismas nos puede generar frustración, inquietud, temor, ira, etc. Las necesidades suelen estar detrás de los intereses. Ambas suponen la respuesta que dan las personas a la pregunta ¿por qué? ¿para qué?. O en términos de construcción de alternativas ¿cómo te sentirías satisfecho?. Muy conectado a los intereses están las necesidades.
g) Valores y principios: Es el conjunto de elementos culturales e ideológicos que justifican y sirven para argumentar los comportamientos. Las personas tienen diferentes valores.
1.5.2 Elementos relativos al proceso: Existen dos elementos relativos al proceso:
a) La dinámica del conflicto: Es la historia que ha llevado el conflicto. Existen lo que se denominan conflictos latentes, es decir una situación en la que las partes (algunas o todas) no perciben la contraposición entre intereses o partes, al menos de forma explícita, pero pese a todo están ahí y puede surgir un hecho concreto (la chispa) que lo haga patente, es decir, que lo saque a la luz. Pero también están los conflictos polarizados, cuando las partes se ven a sí mismas en la posesión de toda la razón y niegan toda razón a la parte contraria. No se ven matices. Todo es blanco o negro, sin grises. Las partes no perciben intereses comunes y están totalmente instaladas en la dinámica adversarial: yo gano- tú pierdes.
b) La relación y la comunicación: El aspecto humano de la relación entre las partes implicadas en el conflicto es fundamental, pues puede resultar de ayuda o ser desastroso. Una relación en la que existe confianza, entendimiento, respeto y amistad con el tiempo puede hacer que cada conflicto que surja se aborde de manera más fluida y eficiente. Por el contrario, si la relación está deteriorada, basada en la desconfianza o en el desprecio (o menosprecio), será muy complicado afrontar con éxito la resolución de un determinado conflicto.
Dicotomías que ayudan a ver los distintos tipos en que se puede encontrar la relación entre las partes en conflicto: Poca relación/mucha relación; confianza/desconfianza; amistad/hostilidad; huida/enfrentamiento; calma/emocionalidad; conocimiento\ desconocimiento (prejuicios).
La forma en que se comunican las partes es otro dato muy importante con relación al conflicto. Si el conflicto es entre iguales, probablemente compartan unos códigos culturales que les acerquen y les faciliten la comunicación y se pueden entender. Si el conflicto no es entre iguales probablemente esos mismos códigos alejen y dificulten la comunicación. Por otro lado, hay que ver quién habla a quién, no es raro que por timidez o por diferencias de poder, la comunicación verbal sea prácticamente unidireccional, y normalmente en segunda persona. Además, en la comunicación se producen una serie de distorsiones producto de la mala información, de rumores, de estereotipos, de prejuicios, que hay que tener en cuenta.
Estereotipos: Una serie de creencias que atribuyen características a los miembros de una grupo, o una imagen simplificada a los miembros de un grupo compartida socialmente. Las características de estos es que son muy resistentes al cambio. Se mantienen incluso cuando existe evidencia en contra; simplifican la realidad; generalizan; completan la información cuando ésta es ambigua; orientan las expectativas; se recuerda con más facilidad la información cuando ésta es congruente con el estereotipo; pueden ser positivos o negativos.
Prejuicio: Es un juicio previo no comprobado, de carácter favorable o desfavorable, acerca de un individuo o de un grupo, tendente a la acción en un sentido congruente.
1.5.3 Elementos relativos al problema: Existen dos elementos relativos al problema:
a) El meollo: La sustancia, los datos, los hechos. Son aquellas situaciones o acontecimientos que ocurren. Hay que buscar formas de hacer objetivos los datos, buscar formas de recogerlos y evaluarlos. Cada parte tiene interés en dos cosas: la sustancia y la relación. De hecho esta última a veces es más importante que cualquier otra cosa. Según sea el meollo del conflicto serán los tipos de conflictos.
b) Tipos de conflictos: Existen tres clases o tipos de conflictos:
Conflictos de relación /comunicación: No existe un móvil concreto, tangible, más allá de la relación deteriorada. En este tipo estarán los conflictos de agresiones, lucha, insultos, desvalorizaciones, rumores, confusión, malos entendidos, etc.. También estarían los conflictos de percepciones; pues aunque la realidad es una sola, cada parte en el conflicto tienen su propia visión.
Conflictos de intereses, necesidades: Cuando se dan estos es que existe un verdadero problema de contenido. Se trata de buscar la forma de satisfacer los intereses y las necesidades a través de alguna solución alternativa que supere la contraposición de las posiciones iniciales: Tú ganas- Yo gano.
Conflictos de preferencias, valores, creencias: En cuanto a las diferencias de valores, si las hay, quizás se pueden buscar valores superiores que compartan todos; no todos lo valores están al mismo nivel en una jerarquía de valores.
1.6 Fuentes del Conflicto :
1.6.1 Escasez / abundancia: Una fuente de conflicto puede ser el factor de la escasez de un recurso . Por ejemplo, agua limitada como recurso de riego, puede ser una fuente de conflicto entre dos comunidades agrícolas que consumen el agua para su cultivo, no siendo aquélla suficiente para satisfacer la demanda percibida de agua para realizar los respectivos cultivos.
Pero lo contrario a la escasez, la abundancia, también puede ser fuente de conflicto. Por ejemplo, la región del Amazonas en el Brasil tiene aparentemente una gran abundancia de recursos forestales, y esto atrae los intereses económicos que desean explotar comercialmente dichos recursos. Pero resulta que donde hay tal abundancia de recursos forestales vive gente, viven comunidades indígenas que han construido sus culturas en ese ambiente, y la explotación comercial del Amazonas puede amenazar su forma de vida.
Hemos hablado conjuntamente de la escasez y la abundancia porque lo que para unos es abundante resulta escaso para otros, componiendo así una fuente compleja de conflictos. Por ejemplo, lo que a los intereses comerciales en el Amazonas resulta abundante, es escaso para aquellos que ven el Amazonas como la última gran reserva ecológica de la humanidad.
1.6.2 Necesidad: Un recurso escaso o abundante puede ser o no ser una fuente de conflicto. Para que sea más probable que un recurso escaso o abundante se convierta en una fuente activa de conflicto, la necesidad tiene que jugar un rol. Entre las necesidades están las necesidades básicas como la alimentación, la seguridad y la protección. Así vemos que están aquellas cuando se necesita de un recurso escaso, pero también aquellas que tienen que ver con el cuerpo social, de tipo afectivo o cooperativo, cuando se necesita de aprobación o prestigio, cuando se tiene necesidad ser aceptado socialmente, o bien transcender, cuando se necesita afirmar un valor, y estas necesidades chocan con las necesidades de otro en torno al mismo objeto de necesidad, tenemos entonces, muy probablemente, un conflicto.
1.6.3 Incompatibilidad de metas: En el caso de la necesidad ya dijimos que cuando una necesidad choca con otra con respecto al mismo objeto de la necesidad, tenemos probablemente un conflicto. En el caso paradigmático de la madre que debe mediar entre sus dos hijos que quieren una naranja, tenemos pues dos niños, supongamos que se llaman Juan y Pedro, enfrentados por la misma necesidad de tener la naranja. Tener la naranja para ellos es una meta, y al tener ambos la misma meta nos enfrentamos con una incompatibilidad de metas, y como ambos creen tener la fuerza y voluntad necesarias para lograrla, entran en conflicto. En el lenguaje de la Escuela de Harvard aquí tenemos una incompatibilidad entre posiciones.
1.6.4 Incompatibilidad de intereses: El interés se diferencia de la meta en que envuelve el sentido del para qué quieres lograr la meta. Como veremos más adelante, descubrir los intereses de los actores en conflicto es una importante clave para acceder a formas de resolución / solución / gestión del conflicto. Luego, si Juan y Pedro quieren ambos la naranja (meta) para consumir el jugo de la naranja (para qué), entonces hay incompatibilidad de intereses.
1.6.5 Incompatibilidad de valores: Los valores constituyen la orientación a la vez cognitiva, emocional y ética de nuestras personas (nuestro yo, o “self”) hacia las relaciones sociales o hacia los objetos de las relaciones sociales. La religión, la moral, la ética son todas, por encima de sus diferencias, sistemas de valores. Pueden ser conscientes o semi-conscientes (es decir, no reflexivos). Muchos conflictos tienen su fuente en los choques entre diferentes conductas definidas por valores distintivos. Los conflictos históricos entre católicos y protestantes, o entre cristianos e islámicos, en gran parte están basados en las percepciones recíprocas y antagónicas que los grupos tienen entre sí por el conflicto de los valores fundamentales de estas religiones. Pero hay conflictos de valores fuera de las religiones, por ejemplo, el ecologismo ha convertido en valor la apreciación de la relación del ambiente natural y el ser humano. Por ello el grupo ecologista Green Peace defiende la integridad del Amazonas, así como la vida de las ballenas.
1.7 Tipos de Conflictos :
El conflicto es una parte ineludible de nuestra vida cotidiana, es el resultado inevitable de una sociedad altamente compleja, competitiva y muchas veces litigiosa. Los conflictos pueden dividirse en dos grandes categorías, a saber: intrapersonales e interpersonales.
1.7.1 Conflictos intrapersonales: Los conflictos intrapersonales aluden a aquellos que ocurren dentro del individuo mismo y que por lo general son abordados mediante terapia. Este tipo de conflicto suele definirse como “el estado de un organismo sometido a unas fuerzas contradictorias”. Estos no son los conflictos a los que alude la resolución de conflictos. Más bien son el objeto de estudio y de tratamiento de los especialistas en el área de la psiquis.
1.7.2 Conflictos interpersonales: Los conflictos interpersonales son a los que está dirigida la resolución de conflictos y se refieren a las situaciones que surgen entre individuos o grupos de éstos. En nuestras relaciones personales, laborales o de negocios, cada cual tiene sus propias ideas, opiniones y necesidades. No obstante, es preciso señalar que en algunos casos, los conflictos interpersonales ventilados en un proceso de resolución de conflictos remueven emociones y sentimientos de los participantes en el proceso, que a la postre podrían dar lugar a que afloren conflictos internos dentro de las personas (intrapersonales), que pudieran ameritar la intervención de otro especialista.
Partiendo de que el conflicto es una realidad social, si se nos preguntara por qué surgen los conflictos, nos aventuraríamos a decir que los conflictos surgen ante el choque de las realidades subjetivas de los individuos o grupos. Los diferentes tipos de conflictos interpersonales son los siguientes:
a) Conflictos de intereses : Son causados por la competición entre necesidades incompatibles o percibidas como tales. Se manifiestan cuando una o más partes creen que para satisfacer sus necesidades deben ser sacrificadas las de un oponente.
b) Conflictos de valores : Se generan por sistemas de creencias incompatibles o percibidas de esa forma. Los valores operan como creencias en las que la gente se apoya para dar sentido a sus vidas. Determinan lo que es bueno o malo, verdadero o falso, justo o injusto, y si bien esto varía de cultura a cultura e incluso al interior de los grupos y las organizaciones, estos valores se convierten para la gente en realidades objetivas.
c) Conflictos estructurales : Son causados por sistemas o estructuras opresivos/as de las relaciones sociales. Se configuran muchas veces por fuerzas externas a la gente en conflicto, como lo son: recursos escasos, autoridad limitada, accidentes geográficos, fluctuación del tiempo, y estructuras organizativas, entre otros/as fuerzas.
d) Conflictos de relación : Se deben a fuertes emociones negativas, percepciones falsas, comunicación o conductas negativas de los actores, creadas de manera consciente como inconscientes. Se dan tanto a nivel interpersonal, como a nivel organizacional e institucional.
e) Conflictos de datos : Surgen cuando a las personas les falta la información necesaria para tomar decisiones correctas, están mal informadas, difieren sobre qué dato es importante, interpretan de modo distinto la información o tienen estimaciones discrepantes.
1.8 La Cultura del litigio:
No debemos perder de vista que el conflicto es un fenómeno social. La convivencia humana trae consigo, irremediablemente el conflicto. Y en realidad esto no tiene nada de malo. En toda disputa siempre habrá un lado positivo y un lado negativo y lo importante es el enfoque y el tratamiento que se le de a la controversia.
“La paz debe comenzar en cada uno de nosotros. A través de una reflexión introspectiva y seria sobre su significado, se pueden encontrar formas nuevas y creativas de promover el entendimiento, la amistad y la cooperación entre todos los pueblos” . De aquí que, si fue preciso el culto al individualismo para desarrollar la cultura del litigio, es solamente mediante una reflexión individual, pero con plena conciencia de pertenencia social, que podremos comenzar a desarrollar una cultura de la paz.
La sociedad dominicana es una sociedad de conflicto, todos los acontecimientos históricos de convulsión social avalan lo que señalo. En el aspecto político, con el descubrimiento de la isla en 1492 se inicia el primer choque de culturas que culmina con la abolición total de los tainos que la ocupaban, prevaleciendo la raza blanca. Luego tenemos las invasiones haitianas. La misma independencia (la efímera y la nacional de 1844). Las guerras de restauración. Así como también las ocupaciones norteamericanas, entre otros acontecimientos.
Pero en el aspecto social la sociedad dominicana es conflictiva. A los niños se les castiga cuando no se defienden de las agresiones de otros niños y se dejaban golpear. O bien, se vedaba el derecho a llorar de los hombres, porque “los hombres no lloran”. O se desarrollaba el espíritu de competencia bajo el esquema de que “usted tiene que ser mejor que el otro; “usted tiene que sacar mejores notas que los demás”, y así entre otros casos. En sentido general, se nos ha enseñado a superarnos en base al parámetro competitivo de “el otro”, y no en base a nuestros propios parámetros y valores, y mucho menos bajo parámetros cooperativos. Nuestra superación parece limitarse a que tan mal pueda hacerlo “el otro”. No se nos ha enseñado a preguntarnos que quiere el otro.
En el ámbito jurídico, las universidades forman a los abogados para pleitear, para ser litigantes. Una formación litigiosa que en un tiempo parecía entender que la balanza de la justicia se inclinaba a favor del que mejor “gritara” en estrado su punto de vista, etapa ésta medianamente superada hoy en día. Incluso, en la formación tradicional de abogados no se contemplaba por lo menos “principios de negociación”. Sin embargo, en la práctica los abogados participan en casi todas las negociaciones, sin tener formación para ello.
1.8.1 La guerra: “La guerra puede ser definida como una forma violenta de resolver un conflicto entre grupos humanos, llámense Estados, grupos de oposición o insurgentes, que tienes una finalidad política; su intensidad depende de la escala de violencia utilizada y en principio debe estar sometida a ciertas reglas jurídicas que determinen su legalidad’ .
Por mucho tiempo, la paz fue entendida como antónima a la guerra. Hoy sabemos que en la mayoría de nuestras sociedades, no estamos en guerra, pero no vivimos en paz. En la concepción moderna, la Paz es conocida como la disminución o ausencia de la violencia. “En el centro de las esperanzas y de la sensibilidad ética modernas está la convicción de que la guerra, aunque inevitable, es una aberración. De que la paz, si bien inalcanzable, es la norma. Desde luego, no es así como se ha considerado la guerra a lo largo de la historia. La guerra ha sido la norma y la paz la excepción” . La verdad es que como humanidad nos hemos ingeniado para destruirnos unos a otros. También nos llama a reflexionar sobre el modo en que enfrentamos nuestras diferencias y nos invita a construir otros modelos de convivencia en el mundo. Pero sobre todas las cosas nos mueve a reflexionar sobre como somos espectadores o como participamos en escenarios de violencia y conflicto.
Para evitar la guerra no debemos ignorar el conflicto. Lo importante es procurar prevenir y poner remedio a las causas que la originan a través de sistemas de solución pacífica de los conflictos cuando estos lleguen a producirse. Debemos dedicar recursos económicos y humanos, que hoy se dedican a la defensa de los países, con el fin de desarrollar estrategias diferentes que sustituyan la violencia y las armas por sistemas no violentos.
1.8.2 La violencia: La paz y la violencia son siempre referencias constantes, y en este sentido existe un hecho ciertamente inquietante: el ser humano es el único animal que hace daño sin necesidad, gratuitamente, y que además puede disfrutar actuando con violencia. Por fortuna, sólo un pequeño porcentaje de seres humanos, hombres en su mayoría, actúan sistemáticamente utilizando la violencia y la crueldad.
“Por violencia podemos entender el uso o amenaza de uso de la fuerza o de potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles algún tipo de mal (físico, psíquico o moral). La violencia, por tanto, no es solamente un determinado tipo de acto, sino también una determinada potencialidad. No se refiere sólo a una forma de “hacer”, sino también de “no dejar hacer”, de negar potencialidad ”.
Otra definición de violencia es aquella que la entiende como “la actitud o el comportamiento que constituye una violación o una privación al ser humano de una cosa que le es esencial como persona (integridad física, psíquica o moral, derechos, libertades…)” . La violencia puede ser ejercida por una persona (torturadora, ladrona, etc.), una institución (una cárcel, una fábrica, una escuela, etc.), o una situación estructural (explotación laboral, injusticia social, etnocentrismo cultural, etc.).
La violencia es sólo una de las consecuencias posible, de los conflicto, pero jamás es la única, ni necesariamente la más común. Ahora bien, si tenemos que reconocer que es la que más llama la atención y más visible. La violencia no sólo puede ser física o psíquica, manifiesta o latente, sino también personal o directa y estructural o indirecta.
Podemos diferenciar tres tipos de violencia. La primera de ella es la violencia directa, que es aquella que supone una agresión física. Ejemplos: Un asesinato, la tortura, una bofetada, una mutilación y otras formas de maltrato físico. La segunda, es la violencia estructural, que es la que forma parte de la estructura social y que impide cubrir las necesidades básicas, como la generada por la desigualdad social, el paro, las carencias nutricionales, la falta de servicios sanitarios y educativos básicos, entre otras. Y finalmente, la violencia cultural, que se refiere a aquellos aspectos del ámbito simbólico (religión, cultura, lengua, arte, ciencias…) que se pueden utilizar para justificar o legitimar la violencia estructural o directa, aquellas argumentaciones que nos hacen percibir como normales situaciones de violencia profunda.
Se ha hablado mucho de que el conflicto tiene su origen en la agresividad natural de los seres humanos. Pero esto no es más que una etiqueta, pues la violencia no es genética, pese a que consciente o inconscientemente tratamos de atribuir rasgos violentos innatos. Basta con señalar que ya en el lloro desesperado del recién nacido, le atribuimos el parecido violento con el padre o la madre. Casi todos los autores coinciden en darle a la violencia un carácter social y cultural. Es decir, la violencia se aprende, no es innata de los seres humanos, sino que es adquirida. “La agresión maligna no es instintiva sino que se adquiere, se aprende. Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida, se cultivan y desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia” .
A mi entender, nunca se puede justificar el uso de la violencia. Aunque algunos autores, como Hegel, Nietzsche, Sepengler y Rosenberg entienden que la guerra es un mal necesario que contribuye a mantener la salud de las naciones. Estoy mucho más de acuerdo con la siguiente frase de Albert Einstein: “La paz no puede ser sostenida por la fuerza. Sólo puede ser ganada, a través del entendimiento. Nuestra ansia por el entendimiento es eterna.» 1.9 Cultura de paz:
Lo primero que debemos señalar es que según las personas y las culturas existen diferentes concepciones de paz. Por lo que es importante ver las concepciones de paz dominantes en la cultura occidental a lo largo de nuestra historia. Comenzando por la antigua Grecia, eirene era el término con el que se hacía referencia a la paz, con una idea de paz como un estado de tranquilidad, de serenidad, de ausencia de hostilidades entre ciudades griegas, es decir, una armonía en la unidad interior y social griega.
Por su parte, la pax romana hace referencia al respeto a lo legal, a mantener la ley y el orden establecido. En resumen, a velar por la ausencia de conflictos y rebeliones violentas dentro de los límites del Imperio Romano controlado por un poderoso aparato militar. Este modelo responde a una estructura social y económica imperialista y, por tanto, busca mantener el status quo, es decir defender los intereses de los que se benefician de la estructura del Imperio respecto a los que quedan en la periferia.
La paz contemporánea, igual que en el imperio romano, refleja los intereses de quienes
se benefician de la estructura internacional tal como es, es decir, los del centro y no los de la periferia, tal como lo afirma Juan Pablo Lederach. Una concepción muy negativa y manipuladora de la paz, entendida como mera ausencia de guerra y de desórdenes internos, es lo que llamamos la paz negativa.
La paz puede ser entendida a diferentes niveles, bien a nivel personal, a través de un cambio de actitudes, a nivel social, a nivel político-jurídico, etc. Existe una paz negativa, que como hemos señalado implica la ausencia de guerra, pero implica injusticia social. Que además conlleva la ausencia de violencia física y busca la resolución del conflicto. Envuelve la conservación de la vida. Y en contraposición existe la paz positiva que implica el desarrollo, integración, cooperación y justicia social. Además involucra ausencia de violencia física y estructural. Aceptar el conflicto trae como consecuencia acción para el cambio. Y por supuesto, optimización de la vida.
Desde el punto de vista de la paz positiva “no es algo exterior, es la forma en que vivimos la vida, cómo resolvemos los conflictos, elegimos la clase de alimentos que comemos y tratamos a los que son menos afortunados que nosotros. No es una paz que acabe las controversias, sino que abarque el diálogo y nos dé acceso al aprendizaje. Está integralmente vinculada a cómo nos relacionamos con los otros y cómo enseñamos” .
Lo que debemos preguntar es qué queremos, pues si lo que buscamos realmente es una paz para todas las personas, que sea libertadora y constructora, evidentemente hace falta superar la paz negativa y partir de una concepción mucho más rica y positiva. Entendiendo la paz positiva como el proceso de realización de la justicia en los diferentes niveles de la relación humana. Osea que la paz positiva es mucho más que simplemente la ausencia de guerra sino que se trata de un proceso en constante construcción, no es un estado o un tiempo de paz, sino un orden social. Y que ese orden social tiene una reducida violencia y una elevada justicia. Implica además, la igualdad en el control y la distribución del poder y los recursos, la ausencia de condiciones no deseadas (guerra, hambre, marginación…), entre otras, la presencia de condiciones deseadas (trabajo, vivienda, educación…), por tanto, hay que prepararla.
Se trata de definir paz en términos de condiciones y relaciones, es decir, crear unas condiciones y establecer un determinado tipo de relaciones. Si hablamos de paz positiva estamos frente a un concepto amplio y multidimensional, que pide una comprensión amplia y elaborada; que requiere una educación para ella y pide tener una comprensión amplia y rica del concepto de violencia. Y finalmente que busca resolver los conflictos de manera positiva, creativa y no-violenta. En definitiva, no podemos hablar de paz positiva si existen relación donde prima el dominio, la desigualdad y la no-reciprocidad, aun que no haya ningún conflicto abierto. De ahí que construir la paz comporta crear unes relaciones basadas en la cooperación, el apoyo mutuo, la colaboración y la creación de condiciones de confianza mutua.
Es muy importante entender que la paz no es algo que existe y punto, sino que se trata de una conquista. Tal como señaló Martín Luther King: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos como hermanos”. No debemos caer en la trampa de ser ingenuos y pensar que la paz es sencilla de conseguir, que es algo que nos viene dado. Por el contrario la paz hay que construirla, y de hecho requiere un constante trabajo. Tal como señala Thomas Merton: “La tarea de construir un mundo pacífico es la tarea más importante de nuestro tiempo, pero también es la más difícil. De hecho, requeriría mucha más disciplina, más sacrificio, más pensamiento, más cooperación y más heroísmo que lo que la guerra pidió jamás”.
Muchos entienden que el tema de la paz siempre ha estado reservado a cándidos y soñadores en un mundo cada día más conflictivo. Hasta los mismos pacifistas se reconocen soñadores. Antes de entender que es la cultura de paz hay que entender que es la paz. Y a menudo se tiene una percepción errada, pues se entiende que se trata de un valor muy importante, que es una situaciónón deseable a la que nos gustaría llegar. Pero, cuando intentamos precisar las condiciones de esta situación deseable, parece un concepto ambiguo, emocional, difícil de definir, un ideal que no sabemos concretar. La verdad es que se trata de un concepto complejo, amplio y multidimensional que debemos analizar. Sin embargo, muchos no se quedaron allí, sino que fueron de las palabras a los hechos. Como ideal, la paz admite muchas interpretaciones y necesariamente tenemos que cuestionarnos sobre cuáles son los métodos idóneos para lograrla
El objetivo de la cultura de paz no es como piensan muchos acabar con los conflictos, pues si somos realistas resultaría un objetivo inalcanzable. Sino que más bien reconoce la realidad del conflicto como origen de vida, motor de cambio y renovación y como un reto a enfrentar.
Si queremos construir una cultura de paz es importante llevar una vida simple. De hecho desde el pensamiento griego esto ya se ha aconsejado. La simplicidad significa vivir con poco, dándole el lugar a lo importante. No buscar poseer, sino disfrutar lo que se hace y se tiene y hacer lo que nos produce felicidad. Y por supuesto, ocuparse de los demás tanto como de uno mismo. Las personas con mas ingresos no son las más felices, sino aquellas que tiene afecto, amistad, gratitud y disfrutan de las cosas que no tienen precio.
1.9.1Las teorías de conflictos: Las teorías de conflicto tienen su inspiración en los trabajos de Karl Marx, quien entendió que la lucha de clases la clave de la historia humana y principal fuente de cambio. Posteriormente se vincula a Charles Wright Mills y a otros sociólogos quienes además de la lucha de clases han analizado otros tipos de conflictos, tales como conflictos entre productores y consumidores; entre jóvenes y adultos; hombres y mujeres; diversos grupos raciales y étnicos, entre otros.
Este enfoque surge a partir de la década de los sesenta. Se trata de una época de grandes movimientos sociales: las luchas estudiantiles; el cuestionamiento de la guerra de Vietnam; los hippies; las luchas de los negros por la igualdad de derechos; los de las mujeres, entre otros. Cada uno de estos movimientos revelaban que la supuesta sociedad estable y consensual de que se hablaba no era tal. Indiscutiblemente la paz era el ideal del momento y para ello, al parecer, todo orden establecido era un obstáculo al establecimiento de la paz. Durante la década de los sesenta y a raíz de diversos procesos sociales en donde el conflicto se hizo patente, surgió un interés especial por el replanteamiento y análisis de los enfoques teóricos que supuestamente explicaban la realidad social.
Los teóricos del conflicto consideran que el conflicto puede llevar a la definición de problemas y a la transformación de la sociedad. Exponen, que lo que realmente ocurre es que los grupos dominantes coaccionan o presionan al resto de la población a la sumisión y a la conformidad. Entienden que el orden social es mantenido no por el consenso general, sino por la fuerza, la amenaza de la fuerza u otras formas sutiles de dominación. Por lo que entienden que los que se benefician de tales «acuerdos» son los que poseen el poder político y económico.
Dentro de este enfoque se encuentran algunas corrientes m{as radicales que otras. Así la de orientación marxista presenta una visión de que el cambio ocurre debido a la confrontación de fuerzas opuestas en la estructura de clases sociales donde unos son opresores y otros los oprimidos. Entienden que el factor económico es determinante debido a la naturaleza clasista de la sociedad capitalista. El cambio social solo puede realizarse aboliendo la propiedad privada de los medios de producción y acabando con todas las formas de explotación y opresión. Y entienden que la transformación del modo de producción capitalista se logra mediante la lucha revolucionaria de la clase trabajadora.
Otras corrientes son menos radicales, aunque cuestionan también la legitimidad de la autoridad. Comparten con los anteriores la creencia de que existen diversos grupos de intereses que pugnan por el control y el dominio en las estructuras sociales. De esta manera, los grupos que detentan el poder político, social y económico se esfuerzan por mantener el llamado orden social. Y por supuesto, si se quiere lograr algún cambio los grupos subalternos deben retar la legitimidad de la autoridad.
La teoría del conflicto ha recibido serias críticas, sobre todo por su vinculación directa con la teoría marxista. Pero si debemos decir que durante la década de los 60s se produjeron importantes cambios en el mundo. Es así como en sociedades avanzadas como Estados Unidos de América y Francia se generan movimientos pacifistas dispuestos a luchar por sus ideales de paz, aún cuando para ello fuera preciso acudir a la antítesis de la paz: La violencia. Pero en los países en vía de desarrollo, por su parte, surgen movimientos bélicos que comprenden que la guerra es la paz del futuro. Se entiende que las grandes desigualdades sociales, la explotación del hombre, los sistemas autoritarios de extrema derecha, impiden la equitativa justicia social y la paz. Ernesto “Che” Guevara es el máximo exponente de esta corriente, quien con su muerte en Bolivia, pasa a ser el símbolo de toda una generación.
1.9.2 El uso de la no-violencia para llegar a la paz: Tal como señalaba Gandhi: “Considero que la no violencia no tiene nada de pasivo. Todo lo contrario: es la potencialidad más activa del mundo… Es la ley suprema. En los términos de la no violencia nunca encontré alguna situación que me haya desconcertado por completo. En algún momento, siempre se presentó el remedio” .
La comunidad mundial ha sabido reconocer a los hombres que con sus hechos han contribuido al desarrollo de la Paz mundial, y por eso es instituido el Premio Nóbel de la Paz el cual ha sido recibido por personalidades tales como la Madre Teresa de Calcuta, Martín Luther King, Jr., Mikhail Gorbachev, Nelson Mandela, entre otros. Contradictoriamente no figura en el listado de los galardonados Mahatma Gandhi.
No existe mejor ejemplo que Mohandas Karamchand Gandhi (Mahatma, “El Gran Alma” como se le conoce gracias a su amigo, el poeta Rabindranath Tagore) . Fue precisamente Gandhi quien en 1948, con su teoría de la no violencia logró la independencia de la India sobre Inglaterra y por lo menos la momentánea paz entre hindúes y pakistaníes.
Su teoría de la no-violencia se basaba en que con la actitud podía despertar la reflexión de sus contrarios, llegando al extremo de señalar que la verdad sólo necesitaba la perseverancia de los inocentes, de los que ponen la mejilla derecha cuando se les golpea en la izquierda, para convencer al enemigo de su injusticia. Señalaba: “La no violencia es la ley de nuestra especie, por la misma razón que la violencia es la ley de los brutos. En el hombre brutal todavía no se ha despertado el espíritu: no conoce más ley que la fuerza física. La dignidad humana exige que el hombre se refiera a una ley superior que haga vibrar la fuerza del espíritu” .
La no-violencia de¬sarrolla de medios persuasivos, de pro¬testa, de resistencia civil, de no-colabo¬ración, de acción directa, de desobedien¬cia civil, etc., pero todo ello con una relación indisoluble entre medios-fines. De aquí que para ellos, la paz debe ser obtenida por medios pacíficos. “Para alcanzar una victoria, no acepto el más mínimo acto de violencia…A pesar de mi simpatía y admiración por la nobleza de algunas causas, estoy completamente en contra de que se las defienda por métodos violentos. En consecuencia, no existe ningún acuerdo posible entre la escuela de la violencia y mis concepciones” .
Entre sus exponentes se encuentran Gandhi, a quien ya hemos mencionado y Martin Luther King. No puede entenderse la no-violencia ni como pasividad, ante la injusticia, ni como aceptación de estructuras sociales que abusan del poder. Al contrario, ambos son claros promotores de confrontaciones acertivas frente a la violencia institucionalizada. La diferencia clave, frente a otros movimientos «revolucionarios» es que permiten al contrincante responder de alguna manera humanamente digna.
Es decir, estos enfoques pacifistas crean la escena de modo tal que el enemigo tenga la opción de ofrecer respuestas no-violentas. Se quiebran, de esta manera, los círculos viciosos de violencia en la situación. Tal como señalaba Mahatma Gandhi: “Puede asegurarse que un conflicto fue solucionado según los principios de la no violencia si no deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte en amigos. Pude experimentarlo en Sudáfrica, con el General Smuts. Enemigo irreductible al comienzo, actualmente es mi amigo más cordial.”
Si bien el término «no-violencia» fue acuñado hasta 1923, la dinámica de la no-violencia, entendida como un poder creativo e integral es, como lo dijo Mohandas Gandhi, «tan vieja como las colinas». Francisco y Clara de Asís soñaron, experimentaron y cultivaron este poder de la no-violencia en sus propias vidas y en el movimiento transformador franciscano que ellos fundaron. Francisco aconseja vigorosamente la paz entre las ciudades-estado que se encuentran en guerra y entre los cristianos y musulmanes. Su empeño por encarnar la construcción de la paz y la intervención no-violenta se refleja de manera ejemplar en la historia del lobo de Gubbio, en la que Francisco consiguió un arreglo entre una ciudad italiana y un lobo, mediante la satisfacción de las necesidades de ambas partes.
Este empeño queda demostrado de manera mucho más precisa en la visita que hizo a Malik-al-Kamil, el sultán de Egipto. Durante la quinta cruzada en 1219, en medio de la guerra, Francisco fue ante el enemigo desarmado, y lo amó como a un hermano. Este quiso encarnar las palabras de Jesús de «amar al enemigo» y enfrentar al enemigo interno. San Francisco y Santa Clara de Asís saludaban a la gente de su época con la expresión «Pace e Bene!» o «¡Paz y Bien!». Esta pequeña frase expresa mucho: que disfrutes de buena salud, que estés tranquilo y feliz, que no pases necesidades, que se respete tu dignidad, que tu bondad interior florezca, que el mundo en que vivimos conozca esta paz profunda.
La primera regla de la tercera orden franciscana exhorta a los hermanos y hermanas a «no portar armas por ningún motivo». El movimiento franciscano se difundió tanto, que hay indicios de que en algunas partes de Europa, durante la Edad Media, las guerras fueron obstaculizadas porque muchos soldados potenciales que se habían hecho franciscanos y sus votos les impedían participar en conflictos armados.
Por su parte, Martin Luther King Jr. declaró que la elección crucial para la humanidad era «no-violencia o no-existencia». Decía que el camino de la violencia estimulará un ciclo de respuestas violentas incontrolables, debido a la capacidad de venganza que ha desarrollado hoy la humanidad ante el terror. De acuerdo con King, el «tercer camino» de Jesús es, con mucho, nuestra opción más realista. Entre los principios que desarrollo se encuentran:
1) La no-violencia es una forma de vida para gente valiente. Es resistencia activa no-violenta al mal. Es espiritual, mental y emocionalmente asertiva.
2) Busca lograr amistad y entendimiento. El resultado final de la no-violencia es la redención y la reconciliación. El propósito de la no-violencia es la creación de la comunidad amada.
3) La no-violencia busca acabar con la injusticia, no con la gente. La no-violencia sostiene que quienes hacen el mal también son víctimas. Quien resiste de manera no-violenta busca vencer al mal, no a la gente.
4) Sostiene que el sufrimiento voluntario puede educar y transformar. La no-violencia acepta el sufrimiento sin represalias. La no-violencia acepta la violencia si es necesario, pero nunca la inflige. La no-violencia acepta voluntariamente las consecuencias de sus actos. El sufrimiento inmerecido voluntario es redentor y tiene enormes posibilidades educativas y transformadoras. El sufrimiento voluntario puede convertir al enemigo cuando la razón falla.
5) La no-violencia elige al amor en vez del odio. La no-violencia hace frente a la violencia del espíritu así como a la del cuerpo. El amor no-violento se da con gusto, incluso sabiendo que puede enfrentar la hostilidad. El amor no-violento es activo, no pasivo. El amor no-violento tiene una capacidad infinita de perdonar para restablecer la comunidad. El amor no-violento no desciende al nivel del enemigo. Amar al enemigo es la manera de demostrar el amor por nosotros mismos. El amor restaura la comunidad y se opone a la injusticia. La no-violencia reconoce que toda la vida se interrelaciona.
6) Cree que el universo está del lado de la justicia. Quien resiste de manera no-violenta tiene una fe profunda en que, tarde o temprano, la justicia triunfará. La no-violencia cree que Dios es un Dios de justicia y amor .
Hoy en día la búsqueda de la paz, sobre todo la paz social ha abandonado los extremos. Hoy se recurre más bien a la tolerancia, al diálogo, como queda expresado en la siguiente cita: “Tolerancia no es hacer concesiones, pero tampoco es indiferencia. Tolerancia es conocer al otro. Es el respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Debemos abandonar los viejos mitos y aplicar el resultado de los estudios realizados recientemente: el hombre no es violento por naturaleza. La intolerancia no es parte de ‘nuestros genes’. El miedo y la ignorancia son las raíces que causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana desde muy temprana edad” .
Bajo estas perspectivas se inclina hoy la resolución de los conflictos de manera pacífica. En la mesa de negociaciones no se trata de que al final de la jornada habrá un ganador y un perdedor. La idea básica es buscar soluciones que permitan satisfacer las necesidades e intereses de las partes. Tal parecer ser el sentir del líder palestino Yasser Arafat, ganador del Premio Nóbel de la Paz, que ante el recrudecimiento de las tensiones con sus vecinos israelitas señala que “los palestinos estamos prestos a ponerle fin al conflicto. Estamos preparados para sentarnos ahora mismo junto a cualquier líder israelita, sin importar su historial, a negociar la libertad de Palestina, a ponerle fin a la ocupación, a negociar la seguridad de Israel y a buscar soluciones creativas a la terrible situación de los refugiados al tiempo que respetamos las inquietudes demográficas de Israel. Pero sólo nos sentaremos como iguales, no como suplicantes; como socios, no como súbditos; como buscadores de una solución justa y pacífica no como una nación derrotada, agradecida por cualquier sobra que se le ofrezca” .
1.10 Paradigmas en la resolución de los conflictos: Hablar de paradigmas hoy no resulta tan extraño como en el pasado. Pero sobre todo en el mundo empresarial, en el mundo de la tecnología y los adelantos científicos es una palabra utilizada desde mediados de los anos 70s. Ahora bien, en el mundo jurídico no siempre es tan conocida y sobre todo los abogados entendemos que no tenemos paradigmas, aunque por nuestra propia formación académica somos precisamente los profesionales más atados o sujetos a paradigmas.
1.10.1 ¿Qué son los Paradigmas?: La palabra paradigma proviene del griego “paradeigma”, que significa “modelo, patrón, ejemplo. Thomas S. Kuhn introduciendo y aplicando el concepto al campo científico señaló que los paradigmas son “ejemplos aceptados de la práctica científica actual, ejemplos que combinan la ley, teoría, aplicación e instrumentación y proporcionan modelos a partir de los cuales se manifiestan las tradiciones coherentes particulares de la investigación científica”. Agrega: “Los hombres cuya investigación se basa en paradigmas compartidos están sujetos a las mismas reglas y patrones en la práctica científica” . Para el futurólogo Joel Arthur Baker, por su parte, un paradigma es “un conjunto de reglas y disposiciones (escritas o no) que hace dos cosas: 1) establece o define límites, y 2) indica cómo comportarse dentro de los límites para tener éxito” .
En la actualidad, se emplea en los contextos de teoría, percepción, supuestos o marcos de referencia. Y en términos generales es el modo en que vemos el mundo, no en los términos de lo que nos muestra nuestro sentido de la vista, sino de conformidad con la percepción que tenemos de lo que vemos, la comprensión de lo que vemos y la interpretación que le damos. Los paradigmas son la fuente de nuestras actitudes y conductas. Al margen de ellos no podemos actuar. Pero además, nuestros paradigmas tienen un poderoso efecto sobre la forma en que interactuamos con otras personas
1.10.2 Aspectos que influyen en los paradigmas: Los paradigmas influyen en los siguientes aspectos:
Principios: Directrices para la conducta humana que han demostrado tener un valor adecuado (rectitud, integridad, honestidad, dignidad humana).
Prácticas: Actividad o acción específica, una práctica que da resultado en una situación no necesariamente lo hará en otra (Educación del segundo hijo).
Valores: No son principios (Ej: pandilla).
1.10.3 Ventajas y desventajas paradigmáticas: Un paradigma tiene por ventaja el hecho de que da seguridad en la obtención de un resultado esperado. Podemos verlo en las recetas de cocina, seguir al pie de la letra las instrucciones permitirán la preparación del anhelado plato. Sin embargo, el peligro del paradigma es lo que Baker señala la parálisis paradigmática, es decir que el paradigma se convierta en la única fórmula para obtener el resultado y que no permita ver más allá de los límites que el fija impidiendo ver nuevas formulas que permitan mejores resultados. Muchas veces no encontramos explicación lógica a nuestros paradigmas. La historia siguiente es un ejemplo que nos ayuda a saber como nace un paradigma:
“Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a palos. Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y finalmente, el último de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería: «No sé, las cosas siempre se han hecho así, aquí…» .
1.10.4 Cambio de paradigma: Hoy día debemos tener conciencia no sólo de los paradigmas que manejamos, sino de la posibilidad de cambiarlos, para mejorar nuestro sistema de vida en todas las áreas en las que nos desenvolvemos, sobre todo ser más eficientes en nuestro trabajo. El cambio genera poderosas transformaciones, nuestros paradigmas, correctos o incorrectos, son la fuente de nuestras actitudes y conductas y en última instancia nuestras relaciones con los demás. Es importante señalar que la mayoría de los descubrimientos significativos en el campo del esfuerzo científico aparecen primero como rupturas con la tradición con los viejos modos de pensar, con los antiguos paradigmas. Ej. Tierra plana, tierra centro del universo, etc.
1.10.5 Reconociendo nuestros paradigmas de solución de nuestros conflictos: De igual forma como sucede en el campo científico, cada uno de nosotros tenemos nuestros propios paradigmas a la hora de resolver conflictos. Algunos evitan la confrontación; otros ceden; otros tratan de imponerse; y así cada uno tiene un modelo muy particular de resolver los conflictos que se presentan. De hecho, la persona asume un tipo diferente de estilo para enfrentar el conflicto, atendiendo a la importancia que atribuye a sus metas o a la relación con la otra persona que se encuentra en conflicto.
El profesor Juan Carlos Torrego señala que “un elemento que puede ayudar a entender los problemas de convivencia en los centros es efectuar una reflexión sobre los estilos que el ser humano utiliza a la hora de encauzar y afrontar los conflictos” . Los diferentes estilos de enfrentar los conflictos son los siguientes:
a) Compite o forza: Distributiva (ganar-perder), regateo. De conformidad con este estilo de enfrentar conseguir lo que yo quiero, hacer valer mis objetivos, mis metas, es lo más importante; es decir satisfacer las propias necesidades es lo importante. Sin embargo, satisfacer las necesidades de los demás no es importante. Por eso poco importa que pasar por encima o atropellar a los demás en la consecución de los objetivos personales. La relación no importa. En esta forma de enfrentar los conflictos lo importante es que yo gane y para ello lo más fácil es que los demás pierdan. Ese perder, en ocasiones, se traduce no ya en que la otra persona no consiga sus objetivos sino en que sea eliminada o destruida. Tal vez no eliminamos a la otra parte no con la muerte, pero sí con la exclusión, la discriminación, el menosprecio, la expulsión, etc..
b) Evita: (perder-perder). Este estilo de enfrentar los conflictos supone ser indiferente tanto a las necesidades propias como a las de los demás, no actúa gustosamente. Actitud básica que se caracteriza por no afrontar los problemas, se evitan o posponen. Ni los objetivos ni la relación salen bien parados, no se consiguen ninguno de los dos. No enfrentamos los conflictos, metemos «la cabeza debajo del ala», por miedo o por pensar que se resolverán por sí solos.
c) Suaviza o se acomoda: (perder-ganar). Se tiene simplemente una actitud de rendición o conformismo (no es problema para usted y es problema de la otra persona). Supone ceder habitualmente a los puntos de vista de los otros, renunciando a los propios. Con tal de no confrontar a la otra parte yo no hago valer o ni planteo mis objetivos. Es una forma de enfrentar los conflictos muy extendida, pues a menudo confundimos el respeto, la buena educación, con no hacer valer nuestros derechos porque eso pueda provocar tensión o malestar. Vamos aguantándonos hasta que no podemos más y entonces nos destruimos o destruimos a la otra parte.
d) Negocia: En este estilo de afrontar los conflictos satisfacer las necesidades propias y de la contraparte es moderadamente importante. Actitud basada en la negociación, basada en el pacto y la renuncia parcial al interés del individuo o de los grupos. Solución que se llega regularmente satisface parcialmente a ambas partes. Se trata de que ambas partes ganen en lo fundamental, ya que no pueden llegar al 100%.
e) Se compromete o colabora: Integrativa (ganar-ganar). En este estilo de enfrentar los conflictos se busca satisfacer las necesidades tanto propias como de la contraparte. Es el estilo más exitoso de enfrentar un conflicto. Por tanto, todas las partes se involucran en la búsqueda de un objetivo común, supone explorar el desacuerdo, generando alternativas comunes que satisfagan ambas partes. El éxito de afrontar adecuadamente un conflicto radica regularmente en encontrar aspectos ganar-ganar en cualquier situación.
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“Sólo he conocido la ruina dos veces…una vez cuando perdí
un pleito y la segunda cuando lo gané” (Voltaire)”
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