«Yo quiero para mí lo que quiero para otras mujeres: igualdad absoluta”
Agnes Macphail, Cámara de los Comunes de Cánada.
Las mujeres durante casi toda la historia de la humanidad han tenido que salvar muchos obstáculos para lograr trascender su condición de ama de casa y madre y tener la posibilidad de participar en la sociedad. Hasta mediados del siglo XX la mujer estaba relegada a estas labores del hogar y el cuidado de los hijos. Ser comadrona o partera era uno de los pocos, por no decir el único, oficio que desempeñaban. Pero las mujeres decidieron formarse profesionalmente y ser parte de la vida laboral.“…Extraño pero lógico, porque ya la mujer no estaba solamente en la casa, en el pequeño taller y en el campo de cultivo, sino también en las grandes fábricas, en el amplio comercio, en oficinas e instituciones ¿No es lógico igualmente que la mujer esté con los mismos derechos del hombre en todos los frentes de la actividad económica, social y política de la nación?” María Cano.
La historia dominicana se encuentra plagada de episodios que evidencian la lucha y valentía de las mujeres dominicanas, que han dedicado parte de su vida para construir un mejor país donde se respete la dignidad humana y los derechos de todos y todas. Pero pese a la importante participación de las mujeres en los procesos de lucha, definición y afianzamiento de nuestra nación existe una escueta reseña histórica de la participación de las mujeres dominicanas en los procesos de transformación social, por lo general la práctica es ver la sociedad a través de los ojos de los hombres. La participación de la mujer ha sido invisibilizada por la historiografía oficial.
“Con dolorosa frecuencia, cuando la historia pasa de los hechos vivos a letra muerta, suele ocultarse la verdad, hay entonces que detenerse en la crónica de los hechos, pero frecuentemente se quiere obviar la presencia de la mujer como parte fundamental de la historia; hay entonces que detenerse en la crónica de esos hechos para escudriñar esa presencia de la mujer, casi siempre relegada, minimizada o simplemente borrada; el propósito es precisamente ése, desempolvar la historia de muchas mujeres a cuya indispensable colaboración también debemos las libertades que hoy disfrutamos; vamos pues a referirnos a ellas y a ubicarlas en su tiempo” (Hernández 2009, citando a Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas. “Guerra de Abril” Inevitabilidad de la Historia. Textos del Seminario sobre la Revolución de 1965, Pág.73).
Ya la mujer de la sociedad taína realizó importantes aportes en la agricultura y en la fabricación del casabe. Incluso algunas lucharon contra conquistadores españoles. Anacaona, cacica, y su nieta Mencía, son ejemplos de mujeres indígenas mártires. Por su parte, las mujeres africanas traídas al país sometidas a la esclavitud trabajaron arduamente y realizaron grandes aportes.
Papel de la mujer en la Independencia
La mujeres dominicanas tuvieron un rol de primer orden, asumieron compromiso con el ideal de la liberación del país de toda potencia extranjera; participando activamente en el proceso de construcción de la sociedad dominicana. Así mismo, participaron en el proceso de Independencia nacional. Se les llamaba comunicadas porque enviaban mensajes a los sectores conspiradores.
Justamente en la casa de una mujer, Josefa Pérez de Perdomo, el 16 de julio de 1838 se fundó “La Trinitaria”, sociedad secreta y patriótica destinada a liberar a los dominicanos del dominio haitiano; siendo una de las primeras constribuciones de las mujeres a la causa de la independencia. Igualmente, Manuela y Rosa Duarte, madre y hermana, respectivamente de Juan Pablo Duarte, lucharon con coraje y desprendimiento a favor de la independencia.
“Josefa Antonia de la Paz (Chepita), Ana Valverde, María Baltasara de los Reyes, María Trinidad Sánchez, Manuela Diez, Rosa Duarte, Juana Saltitopa, entre otras anónimas, fueron de las primeras «comunicadas» de La Trinitaria, organización política que se fundó en su casa de la calle Arzobispo Nouel, el 16 de julio de 1838. De acuerdo con la abogada feminista Susi Pola: Las comunicadas fueron mujeres envueltas en la conspiración misma, heroicas y temerarias que fueron tan determinantes como los ilustres próceres” (T, 2023, p. 24).
Por su parte, María Trinidad Sánchez, tía de Francisco del Rosario Sánchez, fue una activista que se arriesgaba para planificar conspiraciones en pro de la independencia. Llegó incluso a transportar pólvora en sus faldas y elaboró cartuchos que utilizaron Los Trinitarios el 27 de febrero de 1844. Fue encarcelada y condenada a muerte por oponerse al gobierno anexionista de Pedro Santana. Le ofrecieron salvar su vida si delataba a otros conspiradores y revelaba su paradero, incluyendo el de su sobrino Francisco del Rosario Sánchez, pero se negó y fue fusilada el 27 de febrero de 1845, al cumplirse el primer aniversario de la fundación de la República.
Igualmente, tuvo una destacada participación Concepción Bona y Hernández, educadora de escuela de párvulos y activista dominicana, quien, junto a María Trinidad Sánchez, confeccionó la primera bandera dominicana. Con tan solo 19 años, acompañó a los patriotas durante la proclamación de la Independencia Nacional.
Otras valientes mujeres como Micaela de Rivera y su hija Froilana, fabricaban cartuchos para los soldados seibanos que vendrían a formar parte del ejército que derrotó a los haitianos en las primeras batallas de la Independencia Dominicana. Igualmente vendieron sus pertenencias para la compra de los primeros buques que debían formar la flotilla nacional, encargada de la defensa de nuestras costas en 1844. Otra mujer que se destacó fue Ana Valverde, quien prestó valiosos servicios a la causa de la independencia, entre los que se encuentran la fabricación, al igual que otras mujeres febreristas, de las balas que se utilizaron el 27 de febrero de 1844. Inmediatamente después de la proclamación del 27 de febrero, como se esperaba un ataque haitiano, esta valiente mujer se dedicó a recabar fondos para reconstruir los muros de la ciudad de Santo Domingo.
Socorro del Rosario Sánchez, hermana de Francisco del Rosario Sánchez, se dedicó a la enseñanza. Realizó grandes aportes a la sociedad de su tiempo y se convirtió en una de las mujeres más leídas de su época. Ha sido considerada como la precursora del feminismo nacional; por eso se dice que fue la primera feminista militante. Esta muejer sufrió persecuciones por participar en campañas pro independencia. Por su parte, María Baltasar de los Reyes, una importante activista, conocida por ocultar a Juan Pablo Duarte al ser perseguido; y por ser la primera mujer en tomar las armas el 27 y 28 febrero. Otras independentistas fueron: Filomena Gómez de Cova, Rosa Montás de Duvergé, Rosa Bastardo de Guillermo, María de las Angustias Villa, entre otras.
Juana Saltitopa (Juana Trinidad), fue una actrivista y militar dominicana, con destacada participación en la Batalla del 30 marzo de 1844 en Santiago de los Caballeros. De carácter liberal e independiente, su arrojo y valentía le ganó el apodo de la coronela. Con machete en mano y vistiendo ropas masculinas enfrentó al ejército haitiano en la referida batalla del 30 de Marzo.
En cuanto a las mujeres en la guerra restauradora, poco se conoce de su participación, pues no es reseñada por los historiadores. Una de las mujeres que hicieron aportes fue María Catalina Encarnación, quien teniendo 14 hijos, les animaba a participar en la lucha. Cuatro de sus hijos murieron en el combate, y sus dos hijas servían en distintas actividades revolucionarias. Por su parte, Antonia Batista convirtió su casa en el punto de reunión y coordinación para el movimiento restaurador. Y además, lavaba, cocinaba y atendía a los heridos. María Pérez, esposa del general Florentino, estaba adiestrada en el manejo de la espada y también en algunas tareas de la guerra. Igualmente, Águeda Rodríguez Salcedo junto a su esposo, perteneció al movimiento restaurador. Vendió sus bienes para comprar armas y municiones para la guerra restauradora; servía además de contacto entre el grupo de revolucionarios que estaban en Cabo Haitiano y los del resto del país. Otras mujeres como Encarnación Echavarría, no solo luchó junto a su esposo, Félix María del Monte, sino que escribió el soneto: “A mi patria”, entre muchas otros.
Movimiento feminista
El movimiento feminista que se estaba gestando en Europa no había llegado a República Dominicana, sin embargo en el ámbito cultural se habían destacado mujeres tales como Salomé Ureña de Henríquez, poetisa y educadora. Esta mujer fue muy influyente. Rompió paradigmas sociales al colaborar para que las mujeres accedieran a la educación formal. Poetisa, maestra y gran visionaria. Si hoy las mujeres dominicanas tenemos el mismo derecho a la educación que los hombres se lo debemos a ella. Otras educadoras fueron Laura Aguilar, Ana Josefa Puello, Altagracia Henríquez Perdomo, Catalina Pou y Luisa Ozema Pellerano de Henríquez, esta última fundadora luego del Instituto de Señoritas Salomé Ureña de Henríquez en 1896. Posteriormente, se formaron otros grupos de maestras entre las que se encontraban Eva Pellerano, Mercedes Echenique Peláez, Altagracia Peguero Acevedo, Altagracia Henríquez Bello, Encarnación Suazo y Carmen Julia Henríquez Perdomo. Cabe destacar a Ercilia Pepín, de gran cultura y talento, lo que la hizo sobresalir entre todos.
“La necesidad de hacer del proceso cultural femenino un espacio horizontal influyó en las dominicanas de las primeras décadas del siglo XX, creando las condiciones para el desenvolvimiento intelectual de notable importancia con conforman el capítulo de las precursoras del feminismo, al considerarlas pioneras del movimiento intelectual femenino sus huellas se remontan al legado de Salomé Ureña (1850-1895) en un contexto temporal más próximo” (Duran, 2018, p. 17).
En el 1920 es cuando comienzan a gestarse los movimientos feministas, en un contexto de limitada participación, básicamente en el magisterio y la vida intelectual. Ya en el año 1925 se formó en Santo Domingo el Club Nosotras, grupo eminentemente literario. En el año 1930 una de sus integrantes asistió a la Primera Conferencia de la Comisión Interamericana de Mujeres, realizada en La Habana, Cuba.
Coincidió la efervescencia feminista en la región con el comienzo de la dictadura de Trujillo en la República Dominicana. Hubo un choque entre las aspiraciones de las feministas respecto de sus derechos civiles y políticos y la dictadura, decayendo el movimiento. Pero en el año 1931, Acción Feminista Dominicana, formada por mujeres de élite y liderada por Abigaíl Mejía, auspició el Primer Manifiesto Feminista Dominicano exigiendo igualdad de derechos en la Constitución (Mayes, 2008; Méndez, 2008).
La lucha de las mujeres por la inclusión social tuvo sus primeros logros en el año 1940, con la Ley No. 390 que les reconoció la plena capacidad de los derechos civiles, para luego terminar con el voto femenino. En el año 1934 se organizó el “Voto Ensayo” de la mujer en República Dominicana. Sufragaron unas 96,242 mujeres, gracias al reclamo del voto feminista de la época, encabezados por Abigaíl Mejía, quien fue una pionera del feminismo en el país, y además de fundar el Club Nosotras, también fundó la Acción Feminista Dominicana, siendo una de las voces más combativas a favor voto mujer (Ensayo Ideario Feminista). Líder de las sufragistas, contribuyó a hacer posible que las mujeres votaran. Pero no fue hasta el 10 de enero del 1942, fecha en que se celebró la Asamblea Revisora, que fue promulgada la Constitución, que lo estableció en sus artículos 9 y 10, y el 16 de mayo de ese mismo año, las mujeres pudieron asistir a las urnas.
Pero la historia sobre el derecho al voto de la mujer comenzó a escribirse antes, pues en el año 1910, la educadora Ercilia Pepín tuvo participación activa en manifestaciones en rechazo a la intervención militar norteamericana en 1916. Además desde el año 1910 aprovechaba sus intervenciones públicas para hablar derecho al voto mujer. También se destacaron mujeres como Josefina Padilla, Asela Morel, Tomasina Cabral Mejía, Dulce Tejeda.
Las hermanas Mirabal, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal Reyes, se convirtieron en un ícono de la historia política dominicana por su lucha contra la dictadura de Trujillo. Lucharon por una sociedad democrática con altos niveles de justicia social. Minerva Mirabal fue una de las primeras mujeres en obtener el título de Doctora en Derecho durante la dictadura. Tuvo una destacada participación junto a su esposo en las reuniones clandestinas que dieron origen al Movimiento Revolucionario 14 de junio que luchaba contra la dictadura de Trujillo. Este dictador no toleraba que nadie se le opusiera y mucho menos las mujeres. Las hermanas Mirabal fueron asesinadas por esbirros del régimen, el 25 de noviembre del 1960, lo que aumentó los niveles de descontento de la población, contribuyendo a agravar más la crisis de la dictadura.
Este horrendo asesinato ha servido de referencia no sólo en República Dominicana, sino en toda Latinoamérica, para motivar la lucha de la mujer. Este día fue escogido en el primer encuentro feminista latinoamericano celebrado en Bogotá, en 1981, como el día de la “No violencia contra la Mujer”. En el año 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas, emitió la resolución número 54/134, 17 de diciembre, invitando a convocar actividades dirigidas a sensibilizar sobre el problema de la violencia contra la mujer.
Juan Bosh, en el año 1963, durante su presidencia, consagró en la Constitución la igualdad de derechos de los cónyuges, inclusive en el aspecto económico y reconoció la plena capacidad civil de la mujer.
Con el trascurso del tiempo se fueron organizando las asociaciones de campesinas, creándose en el año 1986 la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas (CONAMUCA), que tenía como propósito reivindicar los derechos de las trabajadoras del campo. Destacándose Mamá Tingó (Florinda Soriano Muñoz), activista y defensora de los derechos de las campesinas y de todos los campesinos en general. Fue asesinada luchando contra el despojo injustificado de tierras a los campesinos de Hato Viejo en Yamasá, durande el segundo gobierno de Joaquín Balaguer.
Ya para los años 90 se comienza a debatir la ley de cuota femenina para las candidaturas congresuales y municipales, la que fue aprobada en el año 2000. Y en los últimos años se ha luchado por los derechos de la mujer y las tres causales.
Desigualdad y discriminación contra la mujer
En las últimas tres décadas la mujer ha participado en la vida pública sin aparente restricción, pero limitada por el machismo dominicano. Una cosa es que biológicamente seamos diferentes, que lo somos, y otra cosa son los roles que son de naturaleza cultural, los cuales se aprenden. Y así como se aprenden se pueden desaprender.
Vivimos en una cultura androcéntrica, donde prevalece la mirada masculina. Y el hombre es el modelo, medida y representación de la humanidad. Se justifican las desiguldades basadas en las diferencias biológicas. Incluso se sospecha cuando una mujer accede a un alto cargo.
“Es el concepto de género ampliamente difundido y con profusas investigaciones que lo sostienen el que vino a demostrar que lo que “es ser hombre” o “ser mujer” es una construcción social que impone determinados roles a ellos y ellas. Esto se aprende, y por lo tanto, y sobre todo en el ejercicio periodístico, se puede desaprender” (TC, 2017, p.19).
La discriminación contra la mujer se debe a factores ideológicos; según la jurista Alda Facio, el pensamiento dicotómico, jerarquizado y sexualizado que divide todo en cosas o hechos de la naturaleza o de la cultura, sitúa al hombre y lo masculino en el espacio de lo público, donde se toman las decisiones, y a la mujer y lo femenino, en lo privado, lo íntimo y su entorno social, con menos prestigio y poder del que se les da a los hombres. Esta forma de ver el mundo se expresa en el lenguaje que explícitamente devalúa a las mujeres y erige al hombre en parámetro de lo humano. Ej. el derecho mismo, que además de ser creado por los hombres y para ellos, se sitúa en el espacio de lo racional y lo objetivo (masculino) y las mujeres caminan en la irracionalidad, lo emocional y lo subjetivo (femenino).
De hecho de la misma definición que se le da a la mujer como madres, cuidadoras del hogar, las que lavan, cocinan, no opinan y están para divertir, aunque son muy dramáticas. Y por el contrario, los hombres son talentosos, fuertes y pueden expresarse libremente. Pero además, la discrimincación contra la mujer tiene factores socioculturales, como son los roles tradicionales de género, estereotipos de género y actitudes y normas discriminatorias, donde no se apoya desde el Estado el desarrollo de la mujer. Se tiene el sexo femenino como de menor valor, debido a los roles socialmente designados.
Las raíces de la desigualdad se ven ampliamente reflejadas en los medios de comunicación. La televisión, la radio, los periódicos (impresos o digitales), la publicidad, el cine, las redes sociales están llenos mensajes altamente estereotipados, en los que las mujeres son objetos sexuales. El lenguaje oral, escrito y de imágenes transmiten ideas, sentimientos, modos de pensar y esquemas de percepción y valoración sexista.
El sexismo es el proceso de invisibilizar lo femenino, siendo esto un reflejo de una cultura patriarcal que ignoraba lo femenino y tenía lo masculino como la medida de todas las cosas. Implica relaciones de género. De ahí lo importante de evitar el uso del genérico masculino al hablar de mujeres, porque las invisibiliza.
Con relación a la participación de las mujeres en la política, a pesar de la ley de cuotas, la realidad es que todavía esa acción afirmativa no ha logrado su cometido. De hecho, la resolución sobre la participación de la mujer en la política aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011 señala: “las mujeres siguen estando marginadas en gran medida de la esfera política en todo el mundo, a menudo como resultado de leyes, prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios, bajos niveles de educación, falta de acceso a servicios de atención sanitaria, y debido a que la pobreza las afecta de manera desproporcionada”.
La desigualdad de género se refleja como hemos señalado, de diversas formas, siendo su expresión más extrema el feminicidio, pero también existen la violencia psicológica, económica, sexual, laboral, entre otras. De ahí que surgieran movimientos como: “Ni una menos, “Ni una más” o “Vivas nos queremos”, porque los feminicidios no tienen fronteras.
A manera de conclusión
Se requiere desmontar los estereotipos de género, a través de la educación y el cambio cultural. Que a las mujeres no se les perciba según lo que deberían hacer, sino en función de lo que son: personas singulares, con propios deseos y necesidades y con igualdad de derechos que los hombres. “La mujer tiene libertad, independencia, derechos políticos y, a la vez, está bajo el yugo del ideal de lo femenino como complemento del varón aparcando sus aspiraciones profesionales en aras del matrimonio” (Brezmes y Martínez).
Muchas mujeres, tales como Abigaíl, Salomé, Socorro, Ercilia y muchas otras que la historia no tiene registradas, han dedicado su vida entera a luchar por la igualdad de género. Y hoy siguiendo este ejemplo, muchas dominicanas han realizado encomiables aportes a la contrucción de la nación dominicana, y cuyo anhelo es que la historia, en algún momento, se cuente de modo distinto.
Es tiempo de que la sociedad tome conciencia de que el valor de la mujer no está en el vestido, zapatos, maquillaje, ni corte de pelo, lentes o cuerpo perfecto, sino que su valor está en lo que piensa, cómo actúa, cómo siente y jamás por lo que otros dicen. Incluso aquellas mujeres que dicen no ser feministas, porque dan por sentado los derechos de que disfrutan hoy día, que han podido estudiar libremente, tener bienes propios, tener una carrera u oficio, derecho al sufragio, entre muchos otros, sin embargo no toman en cuenta los años de luchas y sinsabores de las mujeres que nos precedieron y que lucharon por la igualdad de género.
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